La artroplastia es la sustitución quirúrgica de los extremos dañados de los huesos por componentes artificiales.
En la artroplastia total de rodilla, los extremos de los huesos del muslo, de la pierna y, normalmente, la rótula, se cubren con superficies artificiales de metal y plástico. El cirujano fija estos componentes con un cemento.
A veces resulta que no están dañados todos lo huesos de la articulación, y se opta por una sustitución parcial de la rodilla. La prótesis UNICOMPARTIMENTAL es un ejemplo de prótesis parcial, que sustituye sólo las superficies internas o externas de la rodilla dañada. Otro ejemplo es la artroplastia FEMORORROTULIANA, en la que se sustituye el extremo del hueso del muslo, y se utiliza una superficie artificial para recubrir la parte posterior de la rótula.
El cirujano puede usar anestesia local, junto con algún medicamento que deje inconsciente, o ligeramente dormido; o puede optar por una anestesia general. Esto dependerá tanto del estado de salud como de las preferencias del paciente y el cirujano.
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Indicación
Los médicos recomiendan la cirugía de sustitución articular cuando:
Las radiografías muestran que los huesos y el cartílago están dañados.
El dolor de rodilla y la pérdida de funcionalidad son graves.
Los medicamentos y otros tratamientos ya no ayudan a aliviar el dolor.
Por el contrario, los médicos pueden no recomendar la artroplastia de rodilla a las personas que:
Tienen un mal estado de salud general y no toleren bien la anestesia y la intervención quirúrgica.
Tienen una infección activa o corren riesgo de padecerla, por ejemplo, por una intervención dental importante.
Padecen osteoporosis.
Tienen una debilidad grave de los cuádriceps.
Tienen una rodilla que parece doblarse hacia atrás cuando la pierna está completamente extendida (genu recurvatum), y esta condición se debe a debilidad muscular o parálisis.
Tienen sobrepeso, por ser más probable que falle las prótesis. O
Tienen grandes expectativas sobre lo que podrán hacer después de la operación. Por ejemplo, practicar deportes que fuercen la rodilla.
Algunos médicos recomiendan, si es posible, otros tipos de cirugía para las personas más jóvenes y, especialmente, para las que realizan trabajos exigentes, porque será más probable que se desgaste la articulación artificial antes que a una persona mayor o menos activa.
¿Cómo se hace?
La prótesis de rodilla sustituye la zona del cartílago destruido por una articulación artificial. Los extremos del fémur y la tibia que forman la rodilla se extraen y en su lugar se colocan las partes de la prótesis.
La prótesis parcial, femorotibial o femoropatelar, se utilizan cuando está muy
Se opta por una prótesis total de rodilla cuando los daños los ha causado la artrosis. Las prótesis totales tienen un componente para la superficie articular del fémur, uno para la tibia y otro más para la rótula.
¿Qué cabe esperar en el hospital?
Tras la operación toca ir a la sala de recuperación. Al cabo de unas horas, se va a una habitación del hospital. Es posible que dispongan un triángulo metálico llamado trapecio sobre la cama para ayudar a moverse por ella. En todo caso, la enfermera puede ayudar a girarse. Por lo demás, cabe esperar cansancio, y que sólo apetezca descansar.
Administrarán líquidos por vía intravenosa. También es posible que dispongan un drenaje cerca de la incisión en la rodilla.
Es posible que no se tenga hambre, que se tengan molestias estomacales, o estreñimiento durante un par de días. Esto es frecuente, pero hay tratamientos disponibles para tratar estas dolencias.
Es posible que pongan medias que presionen las piernas para evitar la formación de coágulos. Y que den medicamentos e instrucciones para hacer ejercicio que ayuden a prevenir los coágulos.
La mayoría de las personas se levantan de la cama con ayuda el día de la operación. El cirujano valorará si se debe permanecer más tiempo en el hospital o dar el alta.
¿Qué cabe esperar en la recuperación?
Una rodilla artificial permitirá realizar actividades como senderismo, bailar o montar en bicicleta con menos o ningún dolor. Para actividades más intensas conviene consultar con el médico.
La rehabilitación debe empezar tras la operación, incluso el mismo día. Con ella se fortalecen los músculos de la rodilla y se facilita recuperar el movimiento. De hecho, la mayoría de las personas empezarán a caminar con un andador o muletas el mismo día de la operación.
Al volver a casa, habrá que moverse con muletas o un andador. Es posible que se necesite apoyo o ayuda adicional en casa durante algunas semanas, hasta recuperarse del todo.
La rodilla estará hinchada y dolerá al moverla. Habrá que tomar analgésicos durante un tiempo. También habrá que hacer ejercicios sencillos en casa con las piernas. Probablemente se requerirán entre 4 y 16 semanas antes de la recuperación total, y que la rodilla duela hasta unos 3 meses.
La rehabilitación requiere mucho tiempo y esfuerzo. Habrá que estirarse y hacer ejercicios a diario para fortalecer la rodilla y recuperar el movimiento. El objetivo de la rehabilitación es doblar la rodilla en un ángulo recto, pero la mayoría de las personas que acaban la fisioterapia consiguen mejores resultados.
Vivir con una prótesis de rodilla
Una vez finalizada la rehabilitación, hay que ser activos para que la nueva rodilla se mantenga fuerte y flexible. Debería ser posible andar, nadar, bailar y montar en bicicleta en terreno llano. Pero es posible que no se pueda trotar, y conviene consultar con el médico si es posible subir cuestas pronunciadas en bici.
El médico seguramente querrá hacer un seguimiento de la rodilla. Por lo demás, debe esperarse que se puedan hacer la mayoría de las cosas que se hacían antes de la operación.
Y por supuesto, en lo sucesivo, conviene informar a todos los profesionales sanitarios sobre la rodilla artificial para que sepan a qué atenerse.
¿Suele ir bien la operación?
La mayoría de las personas sienten mucho menos dolor después de una operación y pueden realizar muchas de sus actividades cotidianas con más facilidad.
La rodilla no se doblará tanto como antes, pero permitirá estar de pie y caminar durante más tiempo sin dolor.
Después de la operación, es posible que se puedan retomar actividades como montar en bici, nadar, caminar para hacer ejercicio, o bailar. Por otra parte, tal vez el médico desaconseje correr, jugar al tenis, ponerse en cuclillas, o cualquier otra actividad que sobrecargue la articulación.
Aproximadamente el 90% de las prótesis de rodilla duran unos 20 años.
Cuanto más joven se sea al someterse a la operación y más presión se ejerza sobre la articulación, más probable será que haya que reintervenir: con el tiempo, los componentes se desgastan o se aflojan y es necesario sustituirlos. Y viceversa: la articulación debería durar más tiempo si no se tiene sobrepeso y no se realizan trabajos físicos duros, ni se practican deportes que sobrecarguen la rodilla.
Por otra parte, si se espera demasiado para operarse, cuando la fuerza, flexibilidad, equilibrio, resistencia y capacidad de trabajo han declinado mucho, tras la operación será más difícil retomar las actividades normales..
Riesgos
Los riesgos de esta cirugía incluyen:
Coágulos de sangre. Es posible que se formen en una vena de la pierna tras la intervención. Pueden ser peligrosos si bloquean el flujo sanguíneo de la pierna al corazón o se desplazan a los pulmones.
Infección en la herida quirúrgica o en la articulación: son poco frecuentes en personas sanas. Algunas personas tienen mayor riesgo de infección, como las que tienen diabetes, artritis reumatoide o enfermedad hepática crónica. Otros factores de riesgo son la obesidad, el tabaquismo y tomar corticoides.
Lesión nerviosa: en raras ocasiones puede dañarse un nervio durante la intervención. Esto es más frecuente en rodillas que tienen una forma inusual antes de la intervención. Estas lesiones suelen mejorar con el tiempo. En algunos casos, pueden desaparecer por completo.
Problemas de cicatrización: Son más frecuentes en personas que toman corticoides o que padecen enfermedades que afectan al sistema inmunitario, como la artritis reumatoide , o diabetes.
Falta de amplitud de movimiento: algunas personas no son capaces de flexionar la rodilla lo suficiente como para permitirles realizar sus actividades cotidianas habituales, incluso después de varias semanas de recuperación. El grado de flexión de la rodilla después de la operación depende en gran medida del que había antes de la operación. En estos casos, el médico puede administrar un medicamento para relajar los músculos y luego forzar suavemente la rodilla para que se doble más.
Dislocación de la rótula: es poco frecuente. Si se produce, la rótula puede desplazarse hacia un lado de la rodilla y «saltar» hacia atrás al doblarla. Esto puede no ser doloroso, pero puede hacer que la rodilla se sienta inestable, y resultar incómodo. La luxación de la rótula interfiere en el funcionamiento de los músculos del muslo, los cuádriceps. Suele requerir tratamiento quirúrgico.
Fractura de la rótula: Puede fracturarse por una caída o mientras se utiliza la rodilla con normalidad. Esta complicación es muy poco frecuente. Por lo general, los médicos pueden tratar una fractura de rótula sin cirugía.
Una articulación inestable, cosa que puede ocurrir si las piezas de recambio no están bien alineadas. Es posible que se necesite otra operación para alinear correctamente las piezas para estabilizar la rodilla. Y por último,
Los riesgos habituales de la anestesia, que son mayores en personas que han sufrido un infarto reciente, con enfermedades pulmonares, hepáticas, renales o cardíacas crónicas. La obesidad también aumenta el riesgo..
Y hasta aquí, por hoy. Espero haber aportado información útil. Nada más, salvo desear que vaya muy bien, sea cual sea la decisión. ¡Muchas gracias!
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